Cuando fotografías a una especie por primera vez siempre te hace ilusión, y más aún si llevas ya tiempo con ganas de retratarla. La primavera facilita bastante las cosas, llegan las aves estivales y se suman a las que tenemos por la península todo el año. Todas ellas comienzan las tareas de reproducción y se ligan estrechamente a una zona en concreto, la de nidificación.
Una vez encontramos el nido de la especie a fotografiar ya tenemos estrechado el círculo y sólo falta observar para ver cual es su rutina y poder localizar un buen sitio para retratarla. Estas fotos están sacadas en una tarde y en la mañana posterior, en los pocos descansos que los emplumados pollos les permitían a los padres.
Las idas y venidas al nido eran constantes, más espaciadas en el tiempo a la mañana y muy continuadas al atardecer, haciendo entradas cada minuto cuando el sol ya se estaba escondiendo.
D800 -- 500mm f4 Vr -- TC14II